Con el corazón en la mano
Raúl mató a su madre. Una vez muerta le extrajo el corazón. En su alocada huida cayó y rodó por las escaleras de su casa. El corazón salió despedido y dando botes fue a parar al rellano siguiente. El corazón de la madre desde el suelo, con el tierno recuerdo de un invisible cordón umbilical, vibró y dijo:
- ¿Te has hecho daño, hijo mío?
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